Buenos días, queridos lectores.
El tema de hoy surge gracias a muchos de vosotros que nos enseñáis cada día lo complicado que es hacer dieta y no tirar la toalla cuando uno se desanima.
Hace unas semanas participamos en un artículo para la revista
Objetivo Bienestar. En él hacíamos hincapié en un detalle importante:
hacer dieta debería suponer un cambio de mentalidad.
Para muchas personas la palabra dieta es sinónimo de “voy a alimentarme de otra manera para perder unos kilos. Y cuando los baje, me olvidaré de la dieta.”
Pero la mentalidad sobre esa idea está cambiando poco a poco. La población es más consciente de que una buena alimentación es fundamental para mantener un buen estado de salud y peso óptimo.
Y es que DIETA significa “el conjunto de alimentos y cultura en torno a ellos que una persona sigue a diario”.
Uno puede seguir una dieta basura, una dieta mediterránea o una dieta oriental. La manera en que nos alimentamos es nuestra dieta.
Por ello deberíamos darle un significado diferente (y mejor) al término en cuestión: cuando una persona se pone en manos de un nutricionista lo hace para mejorar su dieta = para mejorar sus hábitos alimenticios 🙂
Charlando con algunas personas al borde de tirar la toalla tras un tiempo a dieta con nosotros, todas ellas coincidían en que a veces el desánimo natural que todos sentimos en algún momento de nuestras vidas, les lleva a sentirse apáticos, sin ganas de hacer nada.
Y ello les conduce a no hacer la compra, a no cocinar y a no alimentarse bien. Con lo cual sienten que han perdido el control y se desaniman tanto que deciden dejar la dieta para otro momento.
El desánimo de la vida puede venir de muchos frentes: problemas en el trabajo, problemas por no tener trabajo, problemas de familia y/o amigos, problemas personales…etc. La vida, por desgracia, no es un camino de rosas. Todos pasamos por etapas mejores y peores.
Cuando nos toca una mala racha, el desánimo suele vencernos y acabamos sintiéndonos sin energía ni ganas de hacer nada.
¿Qué podemos hacer en estos momentos?
Pararnos a reflexionar.
Os propongo hacer un pequeño ejercicio: anotad en un papel 5 razones por las que deseáis perder peso.
Esas serán vuestras armas positivas porque os darán fuerza para no tirar la toalla. Os recordaréis a vosotros mismos porqué hace un tiempo tomásteis la decisión de adelgazar.
Y, anotad en otro papel los 5 problemas que más os preocupen.
Sobre estos debemos distinguir si los problemas que tenemos son cosas que podemos solucionar nosotros mismos haciendo un esfuerzo o bien, si no dependen de nosotros.
En este segundo caso, lo único que podemos hacer para no agobiarnos y sentirnos mal es interiorizar que no siempre podemos cambiar las cosas a nuestro alrededor y entender que hay situaciones que no dependen de nosotros.
Sobre los problemas o trabas que encontréis que sí dependen de vosotros, tratad de pensar en positivo y dadle la vuelta a la tortilla.
¿Que os da pereza cocinar? Pues buscad un momento del día para dejar cocinadas varias comidas y cenas.
¿Que vais demasiado lentos en la pérdida de peso? Revisad si estáis haciendo cosas mal y corregidlas. (¡Sed sinceros con vosotros mismos!).
Recordad que casi ninguna decisión tomada en caliente suele ser la mejor. A veces nos dejamos llevar por las emociones y después, al verlo todo con perspectiva, nos damos cuenta de que habría sido mejor obrar de otra manera.
Si estáis pensando en dejar la dieta… parad unos minutos y pensadlo con calma. Llegaréis a la conclusión de que alimentaros bien y conseguir paso a paso un peso saludable, os hará más felices que dejarla aparcada.
Soy María Astudillo Montero
Especialista en Nutrición y elaboración de dietas.
Miembro de la Sociedad Española de Diabetes
y de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación.
Dirijo este blog.
Soy co-fundadora de ALEA.
Hola! Muy interesante este artículo, pondré en práctica el ejercicio que nos habéis enseñado. Una sugerencia, en el libro, hay un apartado maravilloso de qué hacer cuando salimos a comer fuera según qué tipo de comida se vaya a consumir (rest tradicional, comida basura…) hay muchos supuestos y todos muy útiles pero yo, como amante de la comida japonesa echo de menos un apartado dedicado a cuando vamos a comer sushi. Me encantaría saber como gestionar estas salidas ya que en mi entorno se dan mucho y me daría mucha seguridad tener unas pautas preestablecidas. Muchas gracias por todo lo que hacéis por nosotros!
¡Hola Alexandra!
Qué interesante tu propuesta, ¡muchísimas gracias! Y muchísimas más gracias aún por tu amabilidad 🙂 🙂 🙂
A grandes rasgos podríamos resumir diciendo que lo ideal sería tratar de reproducir el método del plato dentro de un restaurante japonés.
No sería demasiado complicado a priori:
Las verduras podrías estar representadas por una ensalada de algas.
Los hidratos de carbono complejos en el arroz.
Y las proteínas en el atún, el salmón, etc.
La clave más importante sería la cantidad: de nuevo, lo ideal, sería reproducir aproximadamente los volúmenes que una toma en casa para comer 🙂
Siguiendo esas minipautas, lo harás genial, Alexandra.
La comida orientar suele ser bastante saludable: rica en verduras, en pescados. Si cuidamos la cantidad y evitamos ciertas cosas (empanadillas fritas, rebozados, salsas aceitosas), no desfasaremos demasiado.
¡Un abrazo!
María.